Partiendo de que Noruega es un país caro y de que todo aquello que no es un producto de primera necesidad suele tener un precio elevado, os podéis imaginar que lo de salir por la noche o simplemente ir al cine implica un desembolso considerable.
Es muy extraño encontrar algo que sea gratuito, aunque existen museos cuyo precio de entrada se puede considerar simbólico (20, 30 NOK), lo normal es que actividades como ir al cine, a un concierto o al teatro tengan un precio entre 70 y 150 NOK (9-20 €). Naturalmente los estudiantes tienen algún tipo de descuentos (incluso puedes encontrar algún local en el que te hagan un descuento en la cerveza si tienes un carné de estudiante. Un consejo: no te pases la noche buscando este local, sólo los podrás encontrar en ciudades con universidad … ¡y no hay muchas!).
La principal razón, además del alto nivel de vida, es la enorme cantidad de impuestos que hay que pagar (especialmente en el caso de bebidas alcohólicas). Lo mismo se aplica para cafeterías, restaurantes, etc.
Para contrarrestar los altos precios, hay una costumbre muy difundida que consiste en que al principio de la noche la gente queda en casa de alguien y lleva sus botellas. Sí, en Noruega hay botellón casero, sólo que puedes encontrar personas de cualquier edad en vez de quinceañer@s y universitari@s. Así pues, una típica noche de farra empieza con la visita al Vinmonopol (o al supermercado, si sólo quieres cerveza), un botellón familiar y, cuando ya estás bastante borrach@, sales a dar una vuelta. La cosa suele finalizar en el asiento del taxi.
Como la población en Noruega, al margen de Oslo, Bergen y Trondheim, suele vivir en núcleos pequeños (pensemos que la 5ª ciudad más grande tiene menos de 60.000 habitantes), es probable que te encuentres con una persona del trabajo o con tu profesor/a cuando ya tengas unas cuantas copas de más. Tranquil@, está socialmente aceptado este hecho, así que saludas, no disimulas en absoluto la borrachera, es más, hasta puedes bailar con la jefa y luego, el lunes siguiente, es como si no hubiese pasado nada.
Es muy extraño encontrar algo que sea gratuito, aunque existen museos cuyo precio de entrada se puede considerar simbólico (20, 30 NOK), lo normal es que actividades como ir al cine, a un concierto o al teatro tengan un precio entre 70 y 150 NOK (9-20 €). Naturalmente los estudiantes tienen algún tipo de descuentos (incluso puedes encontrar algún local en el que te hagan un descuento en la cerveza si tienes un carné de estudiante. Un consejo: no te pases la noche buscando este local, sólo los podrás encontrar en ciudades con universidad … ¡y no hay muchas!).
La principal razón, además del alto nivel de vida, es la enorme cantidad de impuestos que hay que pagar (especialmente en el caso de bebidas alcohólicas). Lo mismo se aplica para cafeterías, restaurantes, etc.
Para contrarrestar los altos precios, hay una costumbre muy difundida que consiste en que al principio de la noche la gente queda en casa de alguien y lleva sus botellas. Sí, en Noruega hay botellón casero, sólo que puedes encontrar personas de cualquier edad en vez de quinceañer@s y universitari@s. Así pues, una típica noche de farra empieza con la visita al Vinmonopol (o al supermercado, si sólo quieres cerveza), un botellón familiar y, cuando ya estás bastante borrach@, sales a dar una vuelta. La cosa suele finalizar en el asiento del taxi.
Como la población en Noruega, al margen de Oslo, Bergen y Trondheim, suele vivir en núcleos pequeños (pensemos que la 5ª ciudad más grande tiene menos de 60.000 habitantes), es probable que te encuentres con una persona del trabajo o con tu profesor/a cuando ya tengas unas cuantas copas de más. Tranquil@, está socialmente aceptado este hecho, así que saludas, no disimulas en absoluto la borrachera, es más, hasta puedes bailar con la jefa y luego, el lunes siguiente, es como si no hubiese pasado nada.
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